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El PSM opina. 20/03/2002

Antich, ¿enésima contradicción?

Servidor tenía estos días su mirada puesta —y con cierta ansiedad, lo reconozco (había motivos para ello)— hacia la capital de Alemania, ya que allí es donde en estos momentos se celebra la más importante Feria Internacional de Turismo de Europa —y muy probablemente una de las más importantes del mundo—, la ITB. Y no es que uno tenga una gran predilección por los números y estadísticas que se manejan en Berlín, demasiado complejos y gigantes para el ciudadano de a pie, sino porque allí se tenían que producir cosas muy importantes para el inmediato futuro económico de nuestra comunidad.

Es decir, se trataba de saber si el president Antich se mostraba como un político de talla y hacía más caso a las estadísticas realistas que le llegaban desde la dirección general de Economía, —en manos del PSM-EN, no lo olvidemos— sobre el impacto negativo que tendría el impuesto de golpe y porrazo en Baleares, o si por el contrario se inclinaba a creer las más triunfalistas previsiones de su conseller de Turismo, según las cuales casi podríamos concluir que con ecotasa impuesta en medio de la temporada ésta irá mejor que sin ella. Si debíamos hacer caso a los «fontaneros» del Consolat, el president ya se había pronunciado en sentido favorable a la lógica, al raciocinio y a la entente común predicados por el PSM-EN, habiendo dictaminado que más valía esperar seis meses para preparar a los mercados emisores y negociar de paso con los touroperadores. De paso se hubiera labrado una imagen positiva entre el empresariado de hombre de decisiones ágiles, razonables, las cuales no siempre tendrían que ir necesariamente en contra de sus intereses a pesar de las evidentes diferencias ideológicas entre la mayoría de la clase empresarial de estas islas y el actual Govern. Oportunidad fallida y, si no rectifica por enésima vez, la tumba definitiva para sus aspiraciones a completar su ciclo de mandatos como president el 2007.

Porque el problema ya no es si va a haber o no ecotasa, porque esta pregunta ya no es crucial en los círculos empresariales —la gran mayoría reconoce por lo bajini que está dispuesta a pagarla si se dan una serie de condiciones que no son precisamente descabelladas—, sino lo que se está debatiendo en estos momentos en la sede de la Caeb es si de verdad vale la pena ir aguantando aldabonazos de un president que ha demostrado que —como lo hizo públicamente estos días— engaña hasta a sus propios compañeros de Gabinete en temas donde las medias verdades no son el camino más acertado para llegar a la tan cacareada reconciliación civil. Porque durante el fin de semana algunos altos cargos nacionalistas reconocían satisfechos que las tesis de prudencia y sentido común que el PSM-EN había encabezado en el seno del Consell de Govern se habían impuesto frente a las más duras ideológicamente hablando de Esquerra Unida-Els Verds o de gran parte del PSIB. Así pues, el tributo se aplazaba hasta noviembre, abriendo pues un tiempo prudencial para rectificar posibles errores. Además, eso hubiere sido así porque desde Presidencia ya se había dado el visto bueno a la operación. Pero en cuestión de horas, si te dije digo, digo Diego. Y eso —desconfiar hasta de tus propios compañeros de Gabinete— es grave, muy grave. Grave e inaceptable. Desde todos los puntos de vista.

Y los empresarios se han dado cuenta. ¿Interesadamente? Muy probablemente. ¿Influidos por los cantos de sirena del Partido Popular de Baleares? Es una hipótesis más que probable. ¿Decepcionados por la actitud demagógica y hasta pasota de Unió Mallorquina, más interesada en el Consell que en los problemas que se pueden deducir en todas las islas del archipiélago con la puesta en marcha ahora y sin mucha planificación —otra cosa sería noviembre— de la ecotasa? Pues sí, muy decepcionados: puede que el partido se encuentre con problemas presupuestarios por súbitos impagos de los hasta ahora fieles paganinis para afrontar la próxima campaña electoral. Munar lo sabe, y por eso ahora se empieza a pronunciar sobre temas turísticos, más demagógicamente que otra cosa, pero empieza a decir algo. Pongo en duda que los empresarios muerdan el anzuelo, pero allá ella —Munar— y su estrategia. Y, ¿del PSM-EN? ¿Qué piensa la patronal del partido nacionalista? Pues que empieza a reaccionar, e intentando ayudar a los empresarios, escuchándolos y luchando —a su manera, claro está— por ellos en el Govern. Tal vez sea la única nota positiva que el sector hotelero pueda anotar en su particular cuaderno de bitácora: que como mínimo alguien les atiende, aunque sólo sea tenuemente y a contraluz. Pero algo es algo, y como dice el refrán, «menos da una piedra». Pues eso. Muchas gracias.





      

 

 




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